"Nos agotamos buscando agua" – Niños y niñas indígenas Wayuu luchan contra el hambre, las enfermedades y la escasez de agua, mientras Colombia siente el impacto del fenómeno del Niño
Bogotá D.C., marzo 21 de 2024. El devastador impacto de la crisis climática en los niños, niñas y adolescentes del grupo indígena más grande de Colombia, los Wayuu, se ilustra en esta impactante serie de imágenes de la fotógrafa Angela Ponce, ganadora del premio Sony, publicada por Save the Children.
Durante siglos, el grupo ha vivido de la tierra, pero una serie de sequías paralizantes, temperaturas altísimas y la llegada de El Niño han devastado el medio ambiente, que es fundamental para su cultura y su supervivencia.
La llegada del fenómeno meteorológico El Niño a Colombia en noviembre de 2023[1] ha provocado temperaturas récord y escasas precipitaciones, lo que ha agravado aún más las condiciones de sequía y ha puesto en peligro la vida de los niños, niñas y adolescentes. Se estima que un millón de niños, niñas y adolescentes del país se han visto afectados por los efectos de El Niño[2], la niñez wayuu es la más vulnerables, pues ya sufren desnutrición crónica y falta de acceso al agua.
Sólo uno de cada treinta niños, niñas y adolescentes wayuu que viven en zonas rurales tiene acceso a agua potable [3]. El agua disponible se suele extraer de un «jaguey», un acuífero natural que depende del agua de lluvia y se comparte con el ganado. El resultado es la ocurrencia frecuente de diarreas y otras enfermedades transmitidas por el agua entre los niños, niñas y adolescentes que se ven obligados a beberla.
Las comunidades tienen ahora dificultades para sembrar debido a la prolongada sequía, lo que provoca un hambre generalizada que amenaza la vida de los niños, niñas y adolescentes wayuu. El año pasado, 70 niños, niñas y adolescentes perdieron la vida en la región de La Guajira [4], lo que supone una media de cinco vidas jóvenes al mes. La tasa de mortalidad por desnutrición entre los niños, niñas y adolescentes wayuu es más de seis veces superior a la media nacional.
La fotógrafa Ángela Ponce pasó una semana con una pequeña comunidad del norte del país, en La Guajira, reuniéndose con los niños, niñas, adolescentes y sus familias, captando la vida cotidiana, las tradiciones de su cultura ancestral y el impacto de la crisis climática.
Los niños, niñas y adolescentes también aprendieron a crear sus propias imágenes basándose únicamente en la energía del sol, mediante el proceso de impresión del «cianotipo», para simbolizar los retos medioambientales a los que se enfrentan. Cada obra tiene un tono azul característico que ilustra la desesperada necesidad de agua en su comunidad y las plantas autóctonas que son vitales para su supervivencia.
Iveth, de 16 años, vive en una pequeña comunidad wayuu de La Guajira: «Aquí, los wayuu, sufren por la falta de agua. No se puede encontrar, como el clima es cambiante ya no hay estaciones».
«Antes íbamos a la laguna (por agua), pero está seca y fangosa, por lo que no es saludable ni para nosotros ni para los animales beber. El agua está lejos, y caminar con este calor.
«Antes teníamos huertos, llovía y las plantas crecían. No regábamos las plantas, lo hacía la lluvia. Ahora no llueve, el tiempo ha cambiado, así que no podemos sembrar.
«Lo que deseo para el futuro es el bienestar de mi comunidad. Que se beneficien de cosas como la escuela, el agua, la siembra… y que nosotros estemos sanos y los niños no mueran. Los niños y niñas mueren con demasiada frecuencia».
Jamer, de 12 años, está preocupado por el impacto de El Niño y el cambio climático. Está agotado por la búsqueda constante de agua dulce, a menudo caminando kilómetros en el calor abrasador del desierto sólo para encontrar agua para su familia.
«Nos afecta mucho el fenómeno de El Niño porque no ha llovido…. nuestros cultivos se mueren, sufrimos y luego nos vemos obligados a buscar agua lejos, donde está el jagüey (abrevadero) y nos cansamos con la carretilla. Es duro. Lo que sembramos se muere, estamos agotados buscando agua.»Necesitamos agua, lo que bebemos es el agua contaminada del pozo (jagüey), donde los burros beben e incluso orinan».
Shruti Agarwal, asesora principal sobre cambio climático de Save the Children, afirmó:
«La crisis climática golpea con más dureza a los más vulnerables, y son los niños, niñas y adolescentes quienes están pagando el precio más alto por nuestra falta de acción».
«Cientos de millones de personas de comunidades indígenas de todo el mundo, como los niños, niñas y adolescentes que aparecen en estas impactantes fotografías, ya están experimentando los efectos devastadores del cambio climático en su forma de vida, sus medios de subsistencia y sus derechos humanos fundamentales. Y eso que son los que menos contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero».
Todos los niños, niñas y adolescentes que participan en el proyecto forman parte de un programa de Save the Children para educar a la comunidad wayuu sobre el cambio climático y promover la resiliencia. Los programas de Save the Children han empoderado a los niños, niñas y adolescentes enseñándoles habilidades valiosas como pintar, filmar y abordar temas vitales como la gestión de residuos y la deforestación.
Save the Children está alertando de que los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes en los países de renta baja como consecuencia de la crisis climática. Esto significa que, en comparación con los países más ricos, las familias más pobres de estos países son menos capaces de protegerse cuando se producen perturbaciones climáticas. La organización pide a los países con mayores ingresos, como el Reino Unido, que aumenten la financiación para el clima, con el fin de apoyar a los países con menores ingresos, que son los más afectados por la crisis.
Durante siglos, el grupo ha vivido de la tierra, pero una serie de sequías paralizantes, temperaturas altísimas y la llegada de El Niño han devastado el medio ambiente, que es fundamental para su cultura y su supervivencia.
La llegada del fenómeno meteorológico El Niño a Colombia en noviembre de 2023[1] ha provocado temperaturas récord y escasas precipitaciones, lo que ha agravado aún más las condiciones de sequía y ha puesto en peligro la vida de los niños, niñas y adolescentes. Se estima que un millón de niños, niñas y adolescentes del país se han visto afectados por los efectos de El Niño[2], la niñez wayuu es la más vulnerables, pues ya sufren desnutrición crónica y falta de acceso al agua.
Sólo uno de cada treinta niños, niñas y adolescentes wayuu que viven en zonas rurales tiene acceso a agua potable [3]. El agua disponible se suele extraer de un «jaguey», un acuífero natural que depende del agua de lluvia y se comparte con el ganado. El resultado es la ocurrencia frecuente de diarreas y otras enfermedades transmitidas por el agua entre los niños, niñas y adolescentes que se ven obligados a beberla.
Las comunidades tienen ahora dificultades para sembrar debido a la prolongada sequía, lo que provoca un hambre generalizada que amenaza la vida de los niños, niñas y adolescentes wayuu. El año pasado, 70 niños, niñas y adolescentes perdieron la vida en la región de La Guajira [4], lo que supone una media de cinco vidas jóvenes al mes. La tasa de mortalidad por desnutrición entre los niños, niñas y adolescentes wayuu es más de seis veces superior a la media nacional.
La fotógrafa Ángela Ponce pasó una semana con una pequeña comunidad del norte del país, en La Guajira, reuniéndose con los niños, niñas, adolescentes y sus familias, captando la vida cotidiana, las tradiciones de su cultura ancestral y el impacto de la crisis climática.
Los niños, niñas y adolescentes también aprendieron a crear sus propias imágenes basándose únicamente en la energía del sol, mediante el proceso de impresión del «cianotipo», para simbolizar los retos medioambientales a los que se enfrentan. Cada obra tiene un tono azul característico que ilustra la desesperada necesidad de agua en su comunidad y las plantas autóctonas que son vitales para su supervivencia.
Iveth, de 16 años, vive en una pequeña comunidad wayuu de La Guajira: «Aquí, los wayuu, sufren por la falta de agua. No se puede encontrar, como el clima es cambiante ya no hay estaciones».
«Antes íbamos a la laguna (por agua), pero está seca y fangosa, por lo que no es saludable ni para nosotros ni para los animales beber. El agua está lejos, y caminar con este calor.
«Antes teníamos huertos, llovía y las plantas crecían. No regábamos las plantas, lo hacía la lluvia. Ahora no llueve, el tiempo ha cambiado, así que no podemos sembrar.
«Lo que deseo para el futuro es el bienestar de mi comunidad. Que se beneficien de cosas como la escuela, el agua, la siembra… y que nosotros estemos sanos y los niños no mueran. Los niños y niñas mueren con demasiada frecuencia».
Jamer, de 12 años, está preocupado por el impacto de El Niño y el cambio climático. Está agotado por la búsqueda constante de agua dulce, a menudo caminando kilómetros en el calor abrasador del desierto sólo para encontrar agua para su familia.
«Nos afecta mucho el fenómeno de El Niño porque no ha llovido…. nuestros cultivos se mueren, sufrimos y luego nos vemos obligados a buscar agua lejos, donde está el jagüey (abrevadero) y nos cansamos con la carretilla. Es duro. Lo que sembramos se muere, estamos agotados buscando agua.»Necesitamos agua, lo que bebemos es el agua contaminada del pozo (jagüey), donde los burros beben e incluso orinan».
Shruti Agarwal, asesora principal sobre cambio climático de Save the Children, afirmó:
«La crisis climática golpea con más dureza a los más vulnerables, y son los niños, niñas y adolescentes quienes están pagando el precio más alto por nuestra falta de acción».
«Cientos de millones de personas de comunidades indígenas de todo el mundo, como los niños, niñas y adolescentes que aparecen en estas impactantes fotografías, ya están experimentando los efectos devastadores del cambio climático en su forma de vida, sus medios de subsistencia y sus derechos humanos fundamentales. Y eso que son los que menos contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero».
Todos los niños, niñas y adolescentes que participan en el proyecto forman parte de un programa de Save the Children para educar a la comunidad wayuu sobre el cambio climático y promover la resiliencia. Los programas de Save the Children han empoderado a los niños, niñas y adolescentes enseñándoles habilidades valiosas como pintar, filmar y abordar temas vitales como la gestión de residuos y la deforestación.
Save the Children está alertando de que los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes en los países de renta baja como consecuencia de la crisis climática. Esto significa que, en comparación con los países más ricos, las familias más pobres de estos países son menos capaces de protegerse cuando se producen perturbaciones climáticas. La organización pide a los países con mayores ingresos, como el Reino Unido, que aumenten la financiación para el clima, con el fin de apoyar a los países con menores ingresos, que son los más afectados por la crisis.
Para mayor información:
Yaira Ojeda – Oficial de Comunicaciones
Yaira.ojeda@savethechildren.org
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Telegram