La lucha por la identidad y bienestar de su familia
Nancy*, una mujer wayuu colombo-venezolana que, a sus 38 años ha aprendido el significado de la resiliencia. Como madre de seis niños y niñas, sus esfuerzos siempre han estado en el bienestar de su familia, a pesar de los momentos difíciles por los que ha atravesado, hace siete años decidió emprender una migración desde Maracaibo a Maicao, La Guajira, dejando atrás su casa, familia y todo lo que conocía para llegar a Colombia. Llegó huyendo del deterioro económico y social de su patria natal, buscando una oportunidad para sacar adelante a su familia y aliviar la salud de su hijo. Pero el camino no fue fácil.
“Cuando llegamos a Maicao nos prestaron una casa grande en el barrio Lomafresca. Aun así, vivíamos encerrados. Nadie sabía lo que pasábamos dentro. Mi esposo salía al mercado a rebuscársela, y yo vendía dulces con mi hijo menor en la calle. Sobrevivíamos del día a día.”





La situación empeoró cuando uno de sus hijos, que se había quedado en Maracaibo con su abuela, falleció al caer de un árbol. Ese doloroso episodio la hizo regresar brevemente a Venezuela.
Entre lágrimas Nancy* cuenta que con el corazón roto volvieron a Colombia. Esta vez, contaron una amiga les recibió por un corto periodo en su casa y le hablo de “La pista” un asentamiento en el que podría vivir la familia. Fue entonces cuando encontró un pequeño hogar en el que podría estar con su familia. Emocionada Nancy* referencia que en el sector hay lideres comunitarios que ayudan a los que van llegando y referencian con las organizaciones de cooperación internacional que hacían presencia y brindaban apoyo. Así fue como conoció a Save the Children.
Uno de sus hijos, el más pequeño, no tenía documentos. No existía legalmente ni en Venezuela ni en Colombia. “Se enfermaba mucho, y yo no sabía a dónde llevarlo. Pero un día fuimos a una brigada de salud que organizaba Save the Children y allí empezó todo.”
Luego de asistir con su pequeño a varias brigadas de salud para recibir la atención médica, conoció a Lindis, gestora de casos del área de Protección de los derechos de la niñez. Desde ese momento, Lindis se convirtió en una guía, un apoyo constante y una amiga incondicional. “Ella llegó justo cuando más lo necesitaba. En mi casa había mucho desorden, los niños estaban rebeldes. Ella no solo nos ayudó con la salud, también nos enseñó sobre pautas de crianza, el respeto, la convivencia. Nos trató como familia.”
Nancy* pudo avanzar en el proceso de documentación de su hijo de 8 años, quien con ojos llorosos expresa que le hacían bulling en su colegio etnoeducativo, por no contar con una identidad ni acceso a nada. No fue fácil, pero gracias al acompañamiento constante, las gestiones que se realizaron que iban desde articular con la registraduría, sacar la cita, facilitar el dinero de los transportes, estar al pendiente de los documentos necesarios y acompañar durante cada paso. Finalmente, el niño ya realizo su trámite de registro y en los próximos días podrá recibir su tarjeta de identidad, esto le abrirá la puerta a acceder a un seguro médico además de poder inscribirse en una institución educativa cerca de su asentamiento, pues por su situación únicamente pudo acceder a un colegio ubicado en una ranchería a una hora en transporte vehicular.
“Ahora mi hijo existe”, dice Nancy* con una mezcla de alivio y emoción. “Él mismo me lo dijo: Mami, ahora sí soy colombiano. Antes los otros niños le decían que no existía, que no tenía papeles. Ahora está feliz.”
Desde enero la familia ha recibido orientación emocional, educativa y social. “Save the Children nos llevó libros, hizo actividades con los niños, incluso conversó a solas con mi hijo mayor, que tenía un carácter difícil. Desde entonces él ha cambiado mucho. A Lindis la quieren como a una tía, como parte de la familia.”
Como parte del apoyo que el programa ofrece a las familias en condiciones de vulnerabilidad y en emergencia, se les hizo entrega de un mercado de víveres, pero, sobre todo, recibieron algo que para Nancy* vale más que cualquier ayuda económica: la motivación y la orientación para salir adelante.
“Yo nunca había recibido apoyo de ninguna institución. Nunca. Solo Save the Children. Ellos me enseñaron que mis hijos tienen derecho a la identidad, a la salud, a crecer en un hogar con respeto.”
Ahora con nuevas herramientas de crianza, Nancy* siente que su familia está más fuerte. “Este proyecto ha sido importante para mí. Tener alguien que te diga qué hacer, que te oriente, que te acompañe, es algo que nunca me había pasado. Especialmente para nosotras las mujeres wayuu, que a veces no sabemos por dónde empezar.”
Así como Nancy* son muchas las historias que demuestra cómo el acompañamiento cercano y humano puede transformar la vida de la niñez.
Para más información:
Leonardo Barreto
Coordinador de comunicación
Fabian.barreto@savethechildren.org