La filigrana: el arte de desatar nudos
Fútbol, ajedrez, patinaje, música y otros tantos más son los hobbies que la mayoría de la gente dice tener. Pero, para Andrea, una joven de 18 años, su tiempo lo ocupa la joyería. Un arte que llegó a su vida cuando aún estaba en el colegio y que, ahora, la ha llevado a pertenecer al grupo de Joyeros de Tumaco (Nariño): El Morro, un proyecto de emprendimiento apoyado por Save the Children Colombia y financiados por la casa joyera Bvlgari en esta región. Perseverancia: esa es la palabra ideal de Andrea y que aprendió a conocer y apropiarse de ella en el grupo, cuando en los primeros días de haber iniciado las joyas le costaban más tiempo. Durante el desarrollo del proyecto, según nos cuenta, vio en la elaboración de joyas una fuente no sólo de ingresos, sino también de aprendizaje y crecimiento personal.
La historia de Andrea Gisell en sus propias palabras:
“Me metí al cuento de la joyería porque me pareció interesante, pero a medida que iba aprendiendo casi no me gustaba porque lo veía difícil. Ahí, mi mamá me dijo: si lo inició, lo termina. Y, a hoy, le agradezco por esa frase porque es a lo que me quiero dedicar el resto de mi vida”, así inicia su historia Andrea, quien, a sus 18 años, encontró en el arte de la joyería el oficio al que dedicará su vida y la motivación de seguir estudiando en la Universidad. “No puedo”, “No puedo”, fueron los obstáculos que Andrea se puso a sí misma en su primer diseño, pero que la llevó a dar como resultado unos aretes y a confiar en lo que decían los demás sobre su talento.
“Durante mucho tiempo me metí la idea de que no podía aprender la joyería, me daba pereza y cada vez me desanimaba más hasta que mi mamá me sacudió y abrí los ojos a lo que realmente me gustaba. Recuerdo mucho que el profesor me decía que no buscara hacerlo de la misma forma que él, sino que encontrará el mejor ritmo para explotar mi talento. Eso hice y aquí estoy finalizando el proyecto”, nos cuenta con orgullo en su voz.
Delicadeza, elegancia y sutileza fue lo que Andrea buscó imprimir en sus primeras candongas que, como muestra de su persistencia, fueron vendidas en la primera feria artesanal, en Bogotá, que Morro Joyeros expuso. “Cuando supe que se habían vendido sentí demasiada alegría, el saber que la joya le había gustado a alguien, a pesar de que a mí me parecía fea, hizo que yo misma me valorara como artista. Eso me dio mucha alegría y motivación para seguir trabajando con Morro Joyeros”, destaca Andrea. Así como la joya de esta joven fue vendida, otras tantas realizadas por sus compañeros también fueron apreciadas, por lo que la decisión de la asociación fue que el dinero recolectado se usara en la compra de herramientas para el taller de joyería y la conformación de ellos como asociación.
“Supimos que se habían vendido porque no llegaron dentro de las joyas que nos devolvieron y decidí contarle a mi mamá y ella lo que me dijo fue: si ves, pudiste hija, pudiste. Ese orgullo en la voz de mi mamá siempre se me quedará grabado en la mente como impulso para lograr todo lo que aún me falta”, agrega. Diseñar, estirar e hilar en filigrana es lo que más ha disfrutado hacer Andrea durante los dos años que lleva en el taller, lo que se ha vuelto reflejo para sus compañeros quienes le piden apoyo en este área.
“En el taller, soy la que más rápido hago filigrana y todos los compañeros me piden apoyo en ello. Nunca me quiero ir del mundo de la joyería, es tradición del pacífico y puedo ser ejemplo para otras mujeres de mi región. Me embarga mucha alegría al saber que aporto un poco al avance de Tumaco”. 24 meses atrás, Andrea era una joven de 16 años, encantada por cumplir retos pero que, según sus palabras, cuando los veía muy difícil los dejaba de lado. Ahora, tras vivir ese tiempo, se ve a sí misma como una joven empoderada y que con firmeza destaca que nada le queda grande porque siempre busca el mejor ángulo para desatar el “nudo”.
“Aprendí que cualquier problema, por más grande que se vea, siempre tendrá solución. También mejoré en convivencia y trabajo en equipo. Hoy mis días los pasó entre la Universidad y el taller”, comenta Andrea, quien también habla con orgullo y un brillo especial en sus ojos sobre su familia compuesta por su madre y seis hermanos. Según Andrea, su mamá prepara la mejor comida de esta región y la recomienda sin duda alguna.
“Todos en la familia buscamos apoyarnos, yo a veces le ayudo a vender a mi mamá la comida, mi hermana mayor a visibilizar mis joyas y así. Todos vamos para el mismo lado”. Los sueños de Andrea se han ido transformando, así como ella, en donde su meta más cercana es viajar a México para conocer a Bvlgari, la casa joyera que ha apoyado el proyecto y que, según dice con sentimiento de agradecimiento, cambio su vida. “Trabajaré muy duro para poder ahorrar dinero y viajar a México. Bvlgari y Save the Children me dejaron el poder alcanzar mis sueños, se convirtieron en mis amigos y mi segundo hogar. Ustedes depositaron la confianza en los jóvenes para impulsarnos a hacer grandes cosas y eso siempre lo tendré presente. Aprendí a ver el pacífico con otros ojos que quieren luchar por su región”, finaliza.
Contexto e información del proyecto:
Tumaco es un municipio de Nariño, que cuenta con más de 187.000 habitantes y cuyas principales actividades económicas son el comercio, la pesca y la agricultura. En Tumaco no hay agua potable; la falta de alcantarillado y acueducto ha hecho que las familias viertan sus desechos en los canales del río y del mar, causando contaminación. Sus habitantes consumen agua sin serlo. Por su ubicación, el municipio estaba abierto a los narcotraficantes y a los grupos armados ilegales, ya que sus canales en los manglares y su salida al mar facilitan su tránsito clandestino. Jóvenes del municipio de Tumaco participan en el proyecto «Jóvenes emprendedores» que busca capacitarlos en joyería con la técnica de la filigrana para promover alternativas profesionales en Tumaco y Barbacoas -Nariño- y Guapi -Cauca. El objetivo final es capacitar a los jóvenes para que obtengan ingresos y mejoren su calidad de vida. Este proyecto se lleva a cabo gracias a la colaboración de Artesanías de Colombia y al apoyo de la marca italiana Bvlgari en Barbacoas y Tumaco, Nariño, y Guapi, Cauca, y forma parte de nuestro programa de Reducción de la Pobreza Infantil.