La escuela debe ser un lugar seguro para aprender y estar tranquilos
Colombia, 31 de octubre de 2025 – El sol cae lento sobre el río Mira, tiñendo de dorado las aguas que rodean Imbili, una vereda de Tumaco que navega entre dos realidades: la promesa verde y exuberante del Pacífico nariñense y la sombra persistente de los riesgos naturales y del conflicto que han marcado la vida de sus habitantes, especialmente de niñas y niños.
Allí vive Camilo*, un niño de 13 años con manos creativas, mirada vivaz y una sonrisa que ilumina. “A mí me gusta hacer pinceladas. Me siento feliz cuando tengo colores en las manos”, dice mientras guarda sus colores en la cartuchera.





Camilo* estudia en la Institución Educativa Imbilí Carretera, una escuela que se ha convertido en un semillero de resiliencia, donde un grupo de estudiantes ha aprendido a transformar el miedo en acción. En esta comunidad, donde los riesgos naturales y el conflicto armado se cruzan con la vida cotidiana, la niñez ha aprendido a mirar el peligro de otra forma, ya no con miedo, si no desde el conocimiento.
“Antes solo los grandes sabían qué hacer si algo pasaba. Ahora nosotros también sabemos. Estoy muy contento porque mis compañeros y yo aprendimos a actuar ante diferentes emergencias”, cuenta Camilo* con orgullo.
Desde que el consorcio Creer “Comunidades resilientes, escuelas resilientes”, financiado por la Unión Europea, llegó a su vereda, la escuela se transformó. Las clases ya no son solo de matemáticas o español; ahora también se habla de prevención, de cómo cuidarse entre compañeros y de cómo reaccionar ante una emergencia.
Gracias al trabajo de la Agencia de Comunicaciones del Pacífico (ACOP), Camilo* y sus compañeros aprendieron a reconocer los riesgos que los rodean, las inundaciones que cada invierno amenazan las casas y su escuela, la presencia de grupos armados y las situaciones que ponen en peligro a la niñez. Pero lo más valioso ha sido que ellos mismos encontraron las respuestas.
“Hicimos un mapa del colegio, marcamos por dónde salir si hay una emergencia, los lugares donde el agua sube más rápido y hasta hicimos carteles para que todos sepan qué hacer. Antes, eso no existía en mi escuela”, dice Camilo* con emoción.
A partir de los talleres, las niñas y los niños identificaron la importancia de señalizar rutas de evacuación, crear un mural para promover la gestión de emociones y el mapa de evacuación. Cada acción es fruto directo de su formación, su liderazgo y su deseo de estar más preparados.
“Gracias al proyecto Creer por venir a nuestra escuela y enseñarnos”, dice Camilo* con agradecimiento. Su voz, al igual que la de sus compañeros, se escucha ahora en las reuniones con docentes, madres, padres y cuidadores. Ya no son solo los niños y niñas de la escuela de Imbilí; son los nuevos líderes de su comunidad, los que enseñan que la resiliencia también se aprende en los recreos, entre risas, colores y sueños. En Imbili, la niñez sueña con una vereda en paz, donde su escuela sea un lugar para crear, jugar, aprender y estar tranquilos.
Para más información:
Leonardo Barreto
Coordinador de comunicación
Fabian.barreto@savethechildren.org