ACCESO A LA EDUCACIÓN
En Ruanda, los niños, niñas y adolescentes dijeron que las inundaciones y los deslizamientos de tierra habían destruido edificios y carreteras, impidiéndoles ir a la escuela o acceder a los centros de salud.n“Cuando llueve mucho, los niños y niñas no logran ir a la escuela… se producen deslizamientos de tierra. Entonces nuestros padres empiezan a tener dificultades para pagar las matrículas escolares y esto provoca el abandono escolar”, dijeron.
En Zambia, fenómenos climáticos extremos como la sequía también habían afectado su acceso a la educación. «Cuando hay sequía, los niños y niñas no vamos a la escuela porque tenemos que buscar agua», decía su carta conjunta.
Cada año, los fenómenos meteorológicos extremos interrumpen el aprendizaje de unos 40 millones de niños, niñas y adolescentes una cifra que probablemente aumentará a medida que aumenten la intensidad y la frecuencia debido al cambio climático [1].
INVERSIÓN EN FINANCIACIÓN CLIMÁTICA
A lo largo de las simulaciones, muchos niños, niñas y adolescentes pidieron a sus gobiernos que incluyeran la educación climática en el plan de estudios nacional, para que estuvieran equipados con conocimientos sobre el cambio climático, sus efectos y cómo abordarlo. Muchos también pidieron una mejor infraestructura para hacer que los edificios escolares y las comunidades sean más seguros.
Los niños, niñas y adolescentes de Zambia pidieron a su delegación que protegiera su acceso a los servicios de agua, invirtiendo en soluciones prácticas, como la perforación de pozos y la recolección de agua. «También queremos ver una infraestructura sostenible que pueda sobrevivir a inundaciones y sequías», dijeron.
Un grupo en Madagascar dijo: “Debido a los ciclones, el nivel del agua está aumentando y no podemos ir a la escuela. Estamos pidiendo un puente para poder cruzar y llegar a la escuela”.
En Nigeria, los niños, niñas y adolescentes dijeron que el dinero debería destinarse a nuevas instalaciones que tengan “materiales resistentes a las inundaciones, sistemas de drenaje adecuados y fuentes de energía alternativas”.
La inversión en infraestructura adaptada a las necesidades de los niños, niñas y adolescentes es vital para ayudar a las comunidades a adaptarse a la crisis climática. Pero los derechos de los niños y niñas a menudo se pasan por alto cuando se trata de financiación climática. Un informe reciente de Save the Children y sus socios encontró que solo el 2,4% del financiamiento climático de cuatro fondos climáticos globales clave puede clasificarse como suficientemente considerando a los niños, aunque algunos financiadores, como el Fondo Verde para el Clima, están trabajando activamente para cerrar estas brechas. [2]
PARTICIPACIÓN INFANTIL
En general, los niños, niña y adolescentes, en última instancia, querían que se escucharan sus voces. Los llamados a la acción que manifestaron llevaron la emergencia climática a la
agenda política, pero dijeron que fueron lamentablemente ignorados en las discusiones sobre el clima.
“Nuestra voz es importante, escúchanos. Queremos pedir a las autoridades que piensen seriamente en el valor que tenemos como niños, niñas y adolescentes y el futuro que merecemos”, dijo el grupo en Guatemala.
La CEO de Save the Children Inger Ashing dijo:
“La crisis climática es, en esencia, una crisis de los derechos de la niñez. Está cobrando vidas, erosionando los derechos de los niños, niñas y adolescentes y amenazando su futuro. Los llamados a la acción de los niños, niñas y adolescentes hicieron que la emergencia climática ocupara un lugar destacado en la agenda política. Ahora, los adultos deben dar un paso adelante y apoyarles para que implementen sus ideas para un futuro mejor. Los niños, niñas y adolescentes quieren ser escuchados. Necesitamos garantizar un enfoque en los derechos de la niñez, basado en sus propios puntos de vista y recomendaciones, en las negociaciones, políticas y financiamiento climáticos en todos los niveles”.
Save the Children está instando a los líderes mundiales en la COP28, particularmente aquellos de países de altos ingresos y emisores históricos, a aumentar el financiamiento climático, dirigiendo el apoyo a los niños y las familias para la adaptación a la crisis climática y abordando las pérdidas y daños. Los gobiernos deben reconocer a los niños, niñas y adolescentes como agentes clave de cambio y trabajar urgentemente para limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales.