Eliminación de la violencia sexual en el conflicto: Devolviendo la esperanza a Zara y su familia

Zara tiene 25 años. Toda su infancia y juventud la vivió en el campo, enamorada de los paisajes, de la inmensa llanura y de los atardeceres. Hoy, esos paisajes quedaron en un nostálgico recuerdo. Zara vive con sus tres hijas, a quienes ama y protege y de las que dice: “por ellas doy la vida”. Por esta razón, Zara tomó la decisión de desplazarse de su territorio, donde el conflicto armado se convirtió en algo permanente y ponía en riesgo su vida, su salud mental y su seguridad, y por supuesto la de sus hijas.

 

En el lugar donde vivía Zara, el conflicto se agudizó y esta situación hizo que la pobreza y el miedo fueran permanentes. En su hogar, además de sus hijas, también vivía la familia extensa de su pareja. Cuando Zara salía a trabajar largas jornadas, dejaba a sus hijas con estas personas a quienes les tenía confianza. Un día, infortunadamente, su hija Lisa de 6 años le hace saber que ha sido violentada sexualmente por su tío, quien la cuidaba. Zara acude a su pareja y padre de sus hijas para pedir apoyo. Sin embargo, él no se cree el relato de Lisa y, sumado a eso, aumenta la violencia emocional y física que siempre ejerció hacia Zara.

Zara decide levantar su voz y buscar ayuda en las instituciones para reestablecer los derechos de su hija y permitirle recibir atención y apoyo. En cuanto hace esto, la desprotección y riesgos para ella y sus 3 hijas aumentan, y tienen que irse de su casa que debido al control social que ejercen los grupos al margen de la ley en el territorio ante el recelo de enterarse del acercamiento de Zara a la institucionalidad. Desde el día en que partió de su hogar, Zara comenta que su vida no fue la misma y describe sus días como “grises”, haciendo referencia a su malestar emocional, pues sentía tristeza profunda, angustia, temor y rabia al tener que desplazarse por amenazas, y mayor aún, al recordar día a día la situación de violencia sexual que le había sucedido a su hija Lisa. Zara llora de forma constante y tiene pensamientos que le disgustan y le asustan, recordando que es la única persona que puede cuidar y sostener a sus hijas. Después de buscar ayuda, de manera impotente, Zara desiste por miedo a nuevas amenazas, perdiendo la confianza y coraje para volver a hacerlo. En ese momento, Zara decide no hablar con nadie acerca de cómo se siente.

En ese tiempo, Zara tomó todas estas decisiones para protegerse, ya que se sentía perseguida y tenía miedo de ser lastimada. Viviendo en un sector urbano, ahora espera empezar de nuevo.

Conversando con el equipo de Save the Children, Sara cuenta: “iniciar no fue fácil, sobre todo cuando se tienen tantos pensamientos que aumentan la tristeza, la incertidumbre y el dolor”.
 
Además, las afectaciones a la salud mental de su hija Lisa interfirieron de manera significativa en su vida. Lisa dejó de ser una niña proactiva durante el juego y disminuyó notoriamente su carisma y conductas extrovertidas. Lisa empezó a perder el apetito y se aislaba por miedo a que alguien nuevamente le hiciera daño. Manifestó sentimientos de angustia, temor e intranquilidad que no la dejaban dormir, producto de los hechos de violencia sexual y la frustrante situación de desplazamiento que en ella agudizaba la sintomatología depresiva.

 

Aún así, Zara logró que sus hijas retomaran el colegio, y que pudieran vivir en un espacio que consideraba seguro. Aunque a veces aún se sentía culpable por permanecer recordando esos eventos dolorosos de su vida, Zara decidió buscar ayuda de nuevo.

Zara acudió a Save the Children para pedir orientación frente a la alimentación y salud de su hija de 1 año. Cuando el equipo de salud mental y apoyo psicosocial conversa con Zara, este logra identificar las afectaciones emocionales y psicológicas de esta valiente mujer. Así, la madre y Lisa recibieron atención. “Mi niña es otra persona, su felicidad ha vuelto”, nos cuenta hoy su madre.

En el acompañamiento que ha tenido Lisa todo este tiempo, se ha priorizado la autogestión de sus emociones, a través de actividades psicosociales y la escritura en su diario personal, que le han permitido volver a conciliar el sueño y romper el silencio y hablar con coraje sobre “el monstruo” que estaba atormentando su vida. Lisa explica: “había perdido la esperanza de ser una niña feliz”. Lisa ha vuelto a quererse a sí misma a través de la cartografía de los sentidos y reconoce las situaciones en las que nunca deberá guardar silencio. Ella ha establecido límites para protegerse y agradece lo aprendido replicando todo su conocimiento a sus hermanas y demás niños y niñas cercanos a ella, comentándonos que “es bueno que todos los niños y niñas sean escuchadas”.

En la intervención con Zara, lo primero fue crear un espacio de seguridad y confianza para que ella pudiera hablar de sus pensamientos y de lo que había sucedido. Así, pudo comprender la importancia de su propio bienestar para garantizar los cuidados y protección de sus tres hijas. “A partir del proceso de resignificación pudimos abordar los sentimientos de culpa que estaban fuertemente relacionados con la sintomatología depresiva, y que se lograron validar a través de distintas técnicas que le permitieron a Zara ser consciente de sus emociones.

Gracias a su fortaleza y al acompañamiento de Save the Children, Zara pudo comprender que todo lo que sentía era normal. Además, se dio cuenta de que pensar reiterativamente en eso que le preocupaba y no hablar de lo sucedido ni de sus sentimientos no le estaba ayudando. Zara ha logrado sanar algunas de sus heridas emocionales, se ha fortalecido emocionalmente y ha comprendido la importancia de su salud mental. Zara cuenta que no va a olvidar, pero que ahora recuerda con menos dolor ya que ha podido centrarse en su presente y se siente motivada porque se ha dado cuenta de que es una mujer muy fuerte y capaz.

Zara ha podido hablar y tener mejores herramientas para apoyar a su hija. Zara, como muchas otras mujeres, niñas y niños de distintos territorios en Colombia, ha enfrentado con valentía una situación que hace un año le había reducido en gran parte la esperanza de vivir dignamente.

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