EL SILENCIO ROTO: LA FUERZA DE NATALIA

Colombia, 27 de septiembre 2024

Cuando Natalia tenía 4 años, recuerda que su familia, que era parte de una familia tradicional, conformada por su mamá Patricia, su papá Jaime y su hermana Caren, para aquel tiempo, tenían condiciones de precariedad y pobreza extrema, pasaban hambre, sed y no tenían un espacio para dormir que se considerara seguro, esta situación de precariedad económica y dificultad en sostener a la familia hacía que constantemente Patricia y Jaime discutieran y se agredieran. Natalia, aún recuerda el día en que su mamá partió con una mochila y la ropa que llevaba puesta, se sintió muy confundida en ese momento y recuerda que desde entonces se sintió muy sola y hubo muchos días y noches en los que lloraba con frecuencia.  

Desde ese día, el señor Jaime ha asumido la sostenibilidad económica de Natalia y de su hermana, sin embargo, esto ha implicado muchos momentos en que las niñas han permanecido solas en casa, y han tenido que dedicar parte de su tiempo a realizar actividades del hogar sin acompañamiento o supervisión.  

Natalia nos cuenta, que cuando cumplió 13 años, conoció a Ferney de 58 años, un amigo de su papá, quien aprovechaba las ausencias de Jaime en casa para acercarse a Natalia, haciéndole “regalos”, llamando su atención y expresando interés y sentimientos hacia ella. Natalia no se sentía tan cómoda con esta situación, por lo que intentaba alejarse, pero no sabía cómo hacerlo y en ocasiones se sentía acompañada y segura por una persona adulta que la hacía sentir protegida, lo cual era confuso. Ferney, insistía en sostener una relación sentimental y permanecía acercándose a la familia, hasta que Natalia “accedió” a tener una relación con él, situación que mantenían en secreto.  

La relación se sostuvo, durante unos meses en secreto, sin embargo, al pasar algunos meses Natalia notó su cuerpo y salud diferentes, ella empezó a ver como su abdomen crecía, se sentía con malestar constante, experimentaba nauseas, se sentía con baja energía; esta situación se hizo persistente, lo que alertó a Ferney de un estado de embarazo. Una vez esto se confirmó, Ferney la amenazó para guardar silencio, impidiéndole acudir al sistema de salud y le prohibió contar lo sucedido y hablar acerca del embarazo, por lo que Natalia, asustada, decidió no volver a la escuela, empezó a usar ropa más ancha de la usual y se aisló de sus amistades.  

Cuando Natalia alcanzó aproximadamente el séptimo mes de su gestación, sintió dolores más inusuales de los que ya había experimentado antes, notó que un líquido fue expulsado de su cuerpo. Dado que el temor la invadió, decidió acudir a su padre y en ese momento notaron que había roto fuente y estaba en trabajo de parto. Natalia recuerda las amenazas de Ferney, por lo que insiste en no acudir al servicio de urgencias y el parto es atendido en casa por una partera2 

Natalia nunca asistió a ningún control médico durante su gestación, y en el momento del parto sucedió algo inusual, el bebé recién nacido no se escuchaba llorar y sus rasgos físicos se percibían diferentes, cuando intento lactar al bebé, este le rechazaba y empezó a tener bajo peso y a enfermar. Es por esta razón que Natalia finalmente decide acudir a Save the Children, en dónde fue orientada para acceder al sistema de salud, en el nivel de urgencias.  

Por primera vez, en muchos años, Natalia sintió que era importante, que las personas la apoyaban y la comprendían, debido a las orientaciones recibidas logró comprender la importancia de tener continuidad en el servicio de salud tanto para ella como para su bebé, a quien le formularon alimentación complementaria, le hicieron una valoración inicial de crecimiento y desarrollo y le diagnosticaron con síndrome de Down3, también le brindaron algunas recomendaciones para su cuidado y protección.  

A partir de la información y acompañamiento que Natalia empezó a recibir, logró notar que tenía sentimientos de soledad desde muy pequeña, y que la persona con quien estaba teniendo una relación sentimental no era una persona a la que amara o deseara, sino una persona que había aprovechado estas ausencias de cuidado y protección que ella tenía para sacar provecho, y que la había violentado4 emocional y sexualmente.  

Natalia sigue en el proceso de acompañamiento por nuestro equipo de salud mental y apoyo psicosocial, en el que ha podido explorar y reconocer sus emociones y pensamientos, ha recibido información de la que antes nunca nadie habló con ella, como son sus derechos; su padre se ha ido vinculando poco a poco en el proceso, tratando de comprender las necesidades de cuidado de su hija, que no solo se constituyen en lo más básico como el techo y la alimentación, sino también, el cuidado, el afecto, la escucha y la guía.  

Natalia en este momento no tiene contacto con su agresor, lo que la hace sentirse menos temerosa, e incluso está contemplando la idea de retornar a la escuela a sus estudios de primaria. Siente mucho amor hacia su hijo y ha estado muy atenta a todas las recomendaciones para su cuidado. También ha comprendido que el lenguaje del amor no está relacionado con guardar silencio, recibir gritos o abusos, lo que ha conllevado a entender la decisión de Patricia 9 años atrás. Natalia se siente un poco más segura al expresar sus ideas y sentires, y le seguimos acompañando a ella y a su familia en el proceso de comprender, aceptar y adaptarse a su nueva realidad.  

Elaborada Por: Anais Campanella D. – Psicóloga.  

Revisada por: Mónica Cuervo Pérez – TA SMAPS &VSBG.  

Angélica Botero- Salvaguarda de la niñez. 

Yaira Ojeda– Comunicaciones e incidencia.   

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