De la Adversidad a la Esperanza: Mis Hijos Vuelven a Jugar

Bogotá, 19 de julio 2024

Marcela* es una mujer colombiana que se aventuró a iniciar un emprendimiento en carpintería con un socio. Al principio, todo marchaba bien; sin embargo, surgieron varios problemas cuando su socio cerró repentinamente el local y le negó el acceso. Al final, el lugar estaba vacío, despojado de todo el inventario. Además, el socio había obtenido préstamos a nombre de Yineth y falsificado firmas en documentos comerciales.

«Presenté una denuncia, pero las autoridades no pudieron intervenir porque los préstamos estaban a mi nombre. No tenía medios para pagar y los prestamistas comenzaron a amenazarme, incluso con hacerle daño a mis hijos. Estaba aterrorizada.»

Marcela* es madre soltera de dos niños y una niña. Por seguridad, decidió mudarse a un conjunto residencial cerrado y sacar a sus hijos de la escuela, manteniéndolos prácticamente confinados en casa, privados de jugar afuera. Sin embargo, un día su hija salió a jugar fútbol en la cancha y los prestamistas, al parecer, la identificaron e intentaron entrar a su hogar.
Ante esta situación cada vez más complicada, Marcela* envió a su hija a vivir con familiares. En ese momento, su único ingreso era lo que ganaba vendiendo productos en el transporte público de Transmilenio. En dos ocasiones, los prestamistas la encontraron y la agredieron, lanzándole la moto y causándole heridas en el brazo con un arma blanca.
«Se convirtió en una pesadilla. Solo pensaba en mis hijos. No sabía qué hacer ni a dónde ir. Me sentía acorralada. Viví días horribles sin querer salir de casa. Entonces recordé a Save the Children, quienes me habían apoyado al inicio de mi negocio. Los contacté y les expliqué lo que estaba pasando.»

El equipo de Save the Children identificó los riesgos para la seguridad de la familia y les proporcionó apoyo psicosocial y asistencia. Además, activaron un fondo de emergencia para reubicar a Marcela* y sus hijos en un lugar seguro, permitiéndoles retomar sus estudios.

Hoy en día, Marcela* y sus hijos están felices y tranquilos en su nuevo hogar. Finalmente pueden jugar otra vez y sonreír.

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