BOGOTÁ, viernes 8 de diciembre – Niños, niñas y adolescentes del grupo indígena Wayuu en Colombia han documentado cómo la crisis climática está secando sus tierras, poniendo los alimentos, el agua y una vida sana cada vez más fuera de su alcance, en una serie de fotografías publicadas por Save the Children para conmemorar el Día de la Infancia y la Juventud en la COP28.
La fotógrafa Angela Ponce, ganadora de un premio Sony, impartió un taller a los niños, niñas y adolescentes de La Guajira (Colombia), enseñándoles los fundamentos de la fotografía y proporcionándoles su propia cámara de película durante una semana para que captaran su entorno, sus tradiciones culturales y su vida cotidiana. Cada niño, niñas y adolescente llevaba también un cuaderno para documentar por qué había tomado sus imágenes, lo que hizo de éste un proyecto participativo verdaderamente único.
Como parte del proyecto, los niños, niñas y adolescentes también aprendieron a revelar sus propias imágenes basándose únicamente en la energía del sol, mediante el proceso de impresión del «Cianotipo», para simbolizar los retos medioambientales a los que se enfrentan. Cada obra tiene un tono azul característico que ilustra la necesidad desesperada de agua en su comunidad y las plantas autóctonas que son vitales para su supervivencia.
Durante siglos, el pueblo Wayuu ha vivido de la tierra, pero la crisis climática ha provocado una serie de sequías devastadoras, lluvias irregulares y temperaturas elevadas que, junto con los altos niveles de contaminación, han devastado el medio ambiente en La Guajira, su hogar.
Además, se prevé que el actual fenómeno meteorológico de El Niño reduzca las precipitaciones en la zona.
Iveth, de 16 años, participó en el proyecto:
«Antes teníamos huertos, llovía y las plantas crecían. No regábamos las plantas, lo hacía la lluvia. Ahora no llueve, el tiempo ha cambiado y no podemos sembrar. Las hojas de las plantas se secan por la temperatura y mueren….».
«Aquí, el Wayuu sufre por la falta de agua. No se puede distinguir, como el clima está cambiando ya no hay estaciones».
«Me gustó cuando empezamos a hacer fotos, aprendimos a usar la cámara y a hacer las fotos…. Estoy haciendo fotos de dónde comen y beben agua los animales… Me gustaría hacer fotos de temas como el cambio climático, todo lo relacionado con la sequía.»
Tras años de sequía, los niveles de agua han alcanzado mínimos históricos, y sólo el 3,3% de las comunidades wayuu tienen acceso a agua potable[i]. El agua disponible se suele extraer de un «jaguey», un acuífero natural en forma de estanque que recoge el agua de lluvia y se comparte con el ganado. Esto provoca la aparición regular de diarreas y otras enfermedades transmitidas por el agua entre los niños y niñas que se ven obligados a beberla.
El hambre también acecha, ya que las comunidades tienen dificultades para sembrar debido a la sequía. La tasa de mortalidad por desnutrición en menores de cinco años es 7,8 más que la media nacional[ii]. La Guajira es también la región más pobre del país, donde más del 60% de la población vive en la pobreza. La Guajira es también la cuarta región más pobre del país, donde el 58% de la población vive en la pobreza.
Debido al cambio climático, la situación empeorará con el aumento de las temperaturas. A principios de año, el gobierno colombiano declaró la emergencia económica y social en La Guajira[iii].
Ismael, de 14 años, dijo: «Hace mucho que no llueve, y creo que nosotros necesitamos el agua y los animales también. Bebemos el agua del estanque del ganado».
En la foto que hizo del sol, dijo: «Hice una foto del sol porque hacía demasiado calor y eso es perjudicial para los árboles, y nos da sed. El calor nos da sed, y el estanque del ganado está lejos, como te he dicho, a veces está vacío y necesitamos algo para beber».
La fotógrafa Angela Ponce, ganadora de un premio Sony, cuyo trabajo se centra en el impacto de la crisis climática en los grupos indígenas, declaró:
«La crisis climática golpea con más dureza a los más vulnerables, y es desgarrador ver cómo los niños, niñas y adolescentes se llevan la peor parte de un problema que ellos no han creado. Entregar a los niños, niñas y adolescentes wayuu sus propias cámaras les da voz para mostrar al mundo los retos a los que se enfrentan. Sus fotos cuentan una poderosa historia de fuerza y resistencia, que pone de relieve la necesidad urgente de que todos protejamos nuestro planeta y apoyemos a los más afectados».
Felipe Cortés, Jefe de Incidencia y Comunicaciones de Save the Children en Colombia:
«El pueblo Wayuu ha dependido de su tierra para cultivar durante muchas generaciones, pero durante años han tenido dificultades debido al aumento de la sequía, la irregularidad de las lluvias y las temperaturas extremadamente altas. Sólo uno de cada diez niños, niñas y adolescentes Wayuu tiene acceso a agua potable. En La Guajira, la tasa oficial de mortalidad infantil por desnutrición es seis veces superior a la media nacional.
«La crisis climática, causada por los adultos, está poniendo los alimentos nutritivos cada vez más fuera de nuestro alcance, y perjudicando primero y peor a los niños y niñas. La niñez Wayuu, como otros niños, niñas y adolescentes de todo el mundo se verán afectados por las decisiones que se tomen en la COP28, y sus derechos y necesidades deben estar en primera línea de estas decisiones».
Todos los niños, niñas y adolescentes que participan en el proyecto forman parte de un programa de Save the Children con la comunidad Wayuu, que les ayuda a abordar cuestiones relacionadas con el cambio climático, la deforestación y la gestión de residuos. Este programa está dirigido por la comunidad y fomenta el diálogo intergeneracional para ayudar al pueblo Wayuu a preservar su forma de vida tradicional y, al mismo tiempo, aumentar su resiliencia ante los efectos del cambio climático.
En Colombia y en todo el mundo, Save the Children apoya a los niños, niñas y adolescentes para que hagan oír su voz en temas como el cambio climático. En la COP28, la organización de defensa de los derechos de la infancia pide a los gobiernos y a todas las organizaciones pertinentes que reconozcan a los niños, niñas y adolescentes como agentes clave del cambio en la crisis climática, y que garanticen que los niños, niñas y adolescentes disponen de plataformas para decir lo que quieren sobre política climática, financiación y mucho más.
Save the Children también pide que se avance hacia un nuevo y ambicioso objetivo de financiación climática que vaya mucho más allá de la promesa de movilizar al menos 100.000 millones de dólares anuales, con especial atención a los niños, niñas y adolescentes afectados por la desigualdad y la discriminación, como los niños, niñas y adolescentes Wayuu.
La organización de defensa de los derechos de la infancia también pidió que se tomen medidas ambiciosas y urgentes para limitar el calentamiento a un máximo de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. No hacerlo tendrá consecuencias dramáticas para la salud, la seguridad y el bienestar de los niños, niñas y adolescentes.
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