A sus 76 años, María Agudelo ha sido testigo de los años de conflicto que se vive en su región. Ocultándose siempre cuando hay enfrentamientos, ruega que sus nietos siempre se encuentren a salvo y pueda seguir viéndolos crecer. A paso lento, María camina por el borde de la carretera destapada que la conduce a su casa y que en momentos se convierte en campo de batalla por la disputa del territorio entre distintos grupos armados ilegales. El más reciente, un paro armado por cerca de dos meses que impactó a la población rural de Catatumbo, con desplazamientos y confinamientos. Razón por la que Save the Children llegó hasta el lugar a dar respuesta humanitaria a cerca de 58 familias.
La historia de Elida Garai en sus propias palabras:
Cabello negro y largo, ondulado. Con una que otra cana que empieza adornar su cabeza. Alta, un poco encorvada por el paso de los 76 años que ha vivido. Risa profunda sin unos cuantos dientes que se han ido con el paso del tiempo. Físicamente así es María, una mujer arraigada al campo en lo profundo del municipio de La Playa en Catatumbo (Norte de Santander).
Con paso lento María sigue a sus cinco nietos, a quienes ha educado y trasmitido el calor de hogar. Poco habla, pero su mirada indica que está atenta a todo lo que la rodea. No recuerda cuándo enviudó, pero si responde con firmeza que amó a su esposo, con quien tuvo un hijo en la casa que hoy moran y que ha visto pasar más de una generación por allí.
“Somos 7 en la casa. Vivo aquí desde que me casé y este es mi campo. Tres niñas y dos varones fueron los regalos de mi hijo. Ellos corretean por toda la casa y yo feliz de verlos crecer”, nos cuenta María, quien se alistaba para escuchar su nombre y recibir la ayuda humanitaria que hoy la tenía sentada en un salón de clases, después de unos cuantos años.
No tiene ningún nivel educativo, pero con orgullo dice que su profesión de vida era ser abuela. Su firma siempre ha sido la huella de su dedo índice, más el de la mano derecha que el de la izquierda. A todos los presentes, les hablaba con cariño como si en cada uno viera el reflejo de un nieto o nieta.
“Vivir aquí era sabroso, ahora último uno vive con el Jesús en la boca. El sonido del campo a veces pasa a ser de disparos y eso a mí me da mucho miedo. Yo soy vieja y ya viví, pero mis nietos no. Nos ha tocado encerrarnos en el baño cada que hay enfrentamientos. Siete encerrados en un baño con el miedo de morirnos ahí mismito”, narra María.
Entre montañas rústicas y desérticas se levanta la vereda de María, a una hora del casco urbano del Catatumbo (Norte de Santander). Un lugar remoto, conocido por pocos, pero eje central de disputas entre distintos grupos armados ilegales de la región. Oír un disparo, confinarse o desplazarse ya no asombra a Elida, en sus palabras, el conflicto se ha convertido en el pan de cada día de la zona.
“Ni siquiera quiero acordarme de esos sustos. Una vez nos tocó salir corriendo y dejar todo botado. Desde ahí el niño más pequeño sufre del corazón y se la pasa asustado. Usted ve montañas, pero aquí se oculta mucha violencia. Cuando no había guerra esto era un paraíso”, recuerda la mujer.
El último enfrentamiento de la región se dio a causa de un paro armado decretado por distintos grupos armados. En donde, nuevamente, el baño fue el “bunker” donde María se ocultó con su familia. “¿Para dónde coge uno?, nuestra mayor posesión es el campo y si nos lo quitan con qué quedamos. Toca quedarse y rezar para que esa gente pase de largo y volver al día a día”, agrega. La situación, en su momento, desplazó a un gran número de familias de la región. Sin embargo, María aguardo en casa con la oración entre labios de poder seguir viendo a sus nietos crecer.
Contexto e información del proyecto:
La Playa de Belén es un municipio que hace parte de la tradicional región Catatumbo en Norte de Santander conectando por carreteras nacionales con Cúcuta, Bucaramanga y Santa Marta. Debido a su ubicación rural, La Playa de Belén ha tenido un desarrollo y contexto afectado por el conflicto armado a manos de distintos actores ilegales ya que sus densas montañas facilitan su tránsito clandestino, pese a que su economía está basada en la gastronomía, los oleoductos petroleros, la agricultura y el turismo.
En esta ocasión, la población del Catatumbo fue víctima de un paro armado realizado por distintos grupos al margen de la ley en la región, lo que provocó desplazamiento y desabastecimiento de alimentos por cerca de un mes. Ante los hechos, Save the Children Colombia dio respuesta humanitaria con la entrega de 153 kits (50 de higiene, 50 escolar, 50 de alojamiento y 3 de docentes) en las veredas Capellanía y Miraflores del corregimiento de Aspasica del municipio de La Playa beneficiando a 86 familias.
Save the Children Colombia inicia su trabajo en Norte de Santander desde 2015, a través de diferentes proyectos. A partir del 2018, iniciamos un acompañamiento en la zona conocida como “Catatumbo”, con nuestro proyecto “Somos Educación” y, recientemente, con el proyecto apoyado por la Agencia de Cooperación Noruega, Catatumbo Ama la Educación, centrado en el fortalecimiento de habilidades en la alfabetización y la aritmética. Con este último proyecto, que se implementará por 4 años en la zona, se busca beneficiar a más de 15.994 niños, niñas y adolescentes que viven en la zona y quienes han sido altamente afectados por el conflicto armado, la pobreza, la migración y la falta de acceso a servicios básicos en la región noroccidental del país focalizando seis municipios: Ocaña, Ábrego, El Carmen, La Playa, Teorama y Convención.