Bogotá D.C., noviembre 27 de 2021. Con el objetivo de generar un espacio de intercambio y reflexión que permita visibilizar los desafíos y establecer compromisos para una educación post pandemia en los departamentos de frontera, 453 miembros de comunidades educativas de los territorios, conectados de manera presencial y remota, participaron en el Foro Nacional Educación sin Fronteras en Bogotá. Un evento organizado por Save the Children Colombia, el consorcio Education Cannot Wait (ECW) y el Ministerio Nacional de Educación, con la participación de niñas, niños y adolescentes migrantes.
Así, durante tres días, niñas y niños, cuidadores, docentes y rectores de la Guajira, Norte de Santander, Arauca, Valle, Cauca, Nariño, Chocó, Guainía y San Andrés, pusieron sobre la mesa sus problemáticas y plantearon los pasos a seguir para lograr una educación sin fronteras, con socios y donantes de Save the Children Colombia, como la Embajada de Canadá, el Consejo Noruego para Refugiados, la Fundación Plan, World Vision y Unicef, priorizando en acciones conjuntas que permitan afianzar la educación en estas regiones donde los efectos de la pandemia aumentaron las brechas ya existentes.
Alzando sus voces en temas como el reclutamiento, la xenofobia, la renovación de las estructuras, el manejo de las Tics y el transporte escolar, entre otros, las niñas, niños y adolescentes fueron los protagonistas de este foro, donde su participación fue fundamental para que representantes del gobierno y de las organizaciones asistentes entendieran sus necesidades y preocupaciones frente a las situaciones que viven a diario.
“Las niñas y niños venezolanos que han emigrado a Colombia sufren de la xenofobia en el sistema educativo. Todos las niñas y niños merecemos las mismas oportunidades”
Giselle, integrante de las mesas de participación en Ocaña (Save the Children Colombia)
Según Red Cluster Colombia, en el país hay aproximadamente 500 mil niños y niñas venezolanos matriculados, lo cual corresponde al 5% del total de la matrícula en Colombia. Las proyecciones señalan que en Colombia habría un total de 900 mil niñas, niños y adolescentes venezolanos. Estar por fuera del sistema educativo aumenta sus riesgos de protección que, sumados a la pérdida de ingresos de sus familias, requieren un mayor financiamiento, compromiso y colaboración para una respuesta multisectorial que facilite la transición de la emergencia a la inclusión.
Hasta el momento las organizaciones de la sociedad civil y cooperación de manera complementaria a la acción del Estado han facilitado que 115 mil niños y niñas continúen su aprendizaje y accedan a la educación, se espera más financiamiento. El apoyo de todos los sectores es vital para que iniciativas como Education Cannot Wait sigan trabajando con la niñez migrante, así lo afirmó Ayse Koack, Gerente Nacional de Educación de Save the Children: “Sin el apoyo de organizaciones aliadas, sociedad civil, donantes y Secretarías de Educación sería un reto impensable”.
Durante el foro, las secretarías, rectores y docentes asistentes destacaron cómo la pandemia ha implicado tanto retos como aprendizajes. Primero, abrir la escuela al diálogo con los padres, haciendo partícipes a los estudiantes en la toma de decisiones sobre los planes de retorno a la presencialidad y la urgencia de construir confianza frente a los mitos del impacto de la pandemia. Lo anterior mediante alianzas con organizaciones de la sociedad civil y la cooperación, la reactivación de comités de emergencias y el acompañamiento integral a los estudiantes más allá del aula de clases, incluyendo el apoyo socioemocional de ellos y sus familias.
Segundo, el agravamiento de las brechas en materia de infraestructura y acceso en zonas rurales dispersas, ante el acumulado de déficits en materia de conectividad, saneamiento, agua y transporte, debido al deterioro, así como a las nuevas condiciones necesarias para la bioseguridad. No obstante, los docentes han tenido que desarrollar nuevas capacidades e innovaciones para hacer frente a la pandemia, se requiere reforzar su formación, así como la del personal administrativo ante las nuevas necesidades y adaptadas a los contextos territoriales.
Tercero, se expresa un alto grado de adaptabilidad y apertura a la innovación pedagógica que invitan a repensar currículos más pertinentes a los territorios. Con herramientas que faciliten conectar con los estudiantes de manera presencial, virtual y remota, para un aprendizaje autónomo suyo y de sus familias. Con el refuerzo necesario para no ver interrumpido su aprendizaje y que les permita completar su trayectoria educativa, adaptado a estudiantes con capacidades diversas y provenientes de Venezuela. Esto implica recurso humano de apoyo y orientación socioemocional para el trabajo con padres y estudiantes, así como personal administrativo necesario para garantizar las condiciones de bioseguridad en la presencialidad.
Aunque queda mucho trabajo por realizar, lo hecho hasta el momento por las organizaciones, las entidades, educadores y estudiantes, representa un gran avance en la solución de estas problemáticas. Así lo afirman personas directamente beneficiadas por el programa:
“Con ECW nos han demostrado que a partir del diálogo y la gestión se pueden lograr grandes cosas. Tenemos evidencias y somos testigos de ello porque lo hemos vivenciado”.
Jorge Meza, Docente Directivo de la Institución Educativa Indígena N.1 – Sede María Concepción Epinayu del municipio de Maicao, Guajira.
“Combatir la xenofobia no es fácil, pero Save the Children nos ayudó a enfrentarla. Hoy en día en mi institución no se habla de niños colombianos y venezolanos diferenciados, se habla de todos como estudiantes de una institución”.
Rectora participante durante el foro.
“Los niños han cambiado su comportamiento en cuanto a la confianza en ellos mismos. Se dan cuenta de que son capaces de hacer muchas cosas y esto les da confianza para interactuar con sus pares”.
Yaiza Maestre, tutora del programa Puente en la ciudad de Santa Marta.