Kenia tiene 13 años y vive con su abuela en Colombia.
Aunque Kenia Sharit, 13 años, vivió la mayor parte de su vida en Venezuela, hace tres años retornó a su natal Colombia pues parte de su familia decidió volver buscando un mejor futuro en el municipio de Pamplona (Norte de Santander), sin embargo a raíz de la pandemia por COVID-19 no ha podido ver a su mamá que sigue en Venezuela. A su corta edad ha aprendido a adaptarse a su nueva realidad para ser un ejemplo para sus hermanos menores.
La historia de Keila Sharit en sus propias palabras:
“Vivo con mi abuela pero extraño a mi abuelo, la casa donde vívia y mis compañeros, lo más duro fue adaptarme al colegio por ser nueva al comienzo fue duro porque no tenía nadie con quien hablar”, asegura.
Para ella lo más gratificante desde su llegada al país a sido poder estudiar pues donde vivía (Estado Táchira-Venezuela) la educación era regular, indica, pese a que ha tenido que lidiar con las clases virtuales, pues al igual que la mayoría de sus compañeros de clases no tienen acceso a internet.
“En casa contamos con un celular y con datos, no puedo participar de las clases de zoom porque no tengo internet así que me apoyo en las guías educativas que nos entregan en el colegio”.
Asegura que a parte de las clases virtuales otro de los obstáculos que ha tenido que enfrentar durante la pandemia es a aprender a convivir con el miedo al contagio, pues aunque no sale de casa y cumple con los protocolos de bioseguridad, desde muy pequeña ha sufrido enfermedades pulmonares y le aterra contagiarse de COVID-19 por su condición.
“Durante la pandemia he aprendido que hay que cuidarnos mucho más que hay que protegernos de todo hay que saber acatar las normas de bioseguridad y cuidarnos mucho”.
“Extraño compartir con mis compañeros y profesores en la presencialidad, por eso cuando me aburro juego con mi hermano a adelanto los talleres escolares”, explica. “Me gustaría ser doctora porque podría ayudar a otras personas que lo necesitan”.
Y es precisamente ese sentimiento de solidaridad su mayor motor para luchar por su sueño de ser médica, pues no puede ocultar la tristeza cuando desde la ventana de su casa observa a decenas de familias venezolanas que van caminando hacia la capital del país, y se abren paso en medio del frío municipio de Pamplona.
“Siento tristeza porque uno aveces no los puede ayudar ni nada. También me da tristeza porque ellos se vienen caminando desde tan lejos para tener un lugar y establecerse y poder conseguir trabajo para poder alimentarse y enviarle dinero a la familia que tienen en Venezuela”.
“Ya me he acostumbrado a vivir acá y ha sido muy acogedor el municipio, me gusta mucho pero también extraño Venezuela porque allá vivía con mi familia completa”, finaliza.
Contexto e información del proyecto:
Pamplona es un municipio de Norte de Santander con una población estimada de 60.000 habitantes, su principal actividad económica es la gastronomía, la agricultura, el turismo y la educación. Por su cercanía con Cúcuta y Bucaramanga es la vía de acceso utilizada por miles de caminantes venezolanos que van hacia el interior del país.
En el marco de la atención por COVID-19 y mediante el proyecto ‘El Mundo es mi Hogar’ financiado por Global Affairs Canada, Save the Children Colombia dio respuesta de emergencia con la entrega de 160 mercados para igual número de familias residentes en este municipio, la mayoría de ellas migrantes.
Save the Children Colombia inicia su trabajo en Norte de Santander desde 2015, a través de diferentes proyectos. A partir del 2019, iniciamos un acompañamiento en Cúcuta, Villa del Rosario, Los Patios, Pamplona y Sardinata con el proyecto ‘El Mundo es mi Hogar’, centrado en mejorar la realización del derecho a una educación de calidad, segura y con perspectiva de género para las niñas y niños afectados por el conflicto y la crisis en la frontera colombo-venezolana. Con este último proyecto, que se implementará por 31 meses en la zona, se busca beneficiar a más de 30.403 niños, niñas y adolescentes que viven en la zona.