Josué y su familia llegaron a Colombia proveniente del Estado Zulia, de Venezuela, debido a la escasez de alimentos y a la dificultad de obtener ingresos. Su padre, quien había migrado primero a Colombia, les enviaba dinero, sin embargo, ya no era suficiente para alimentar a la familia de cuatro hijos, en la que Josué es el segundo.
Al llegar a Colombia Josué cuenta que tuvo dificultades para adaptarse, estuvo días enfermo y además no entendía las materias que veía en la escuela. Aunque ahora tiene amigos en Colombia, también dice que inicialmente no lo entendía y que sus juegos eran diferentes a los que él conocía en Venezuela.
Josué es participante de los programas de Save the Children en Palmira y participa en actividades pedagógicas, incluso durante la pandemia con el apoyo de sus tutoras que han liderado el desarrollo de actividades en casa a través de grupos de whatsapp. Josué se destaca especialmente en las actividades de arte y dibujo, para las que ha demostrado un gran talento.
La historia de Josué en sus propias palabras:
“Mi nombre es Josué David López Silva, tengo 12 años. Soy de Venezuela, del Estado Zulia, en ciudad Ojeda. Zulia es cálido la mayor parte del año y a veces cuando llueve por varias horas, por allá tengo bastantes compañeros, allá es donde me crie prácticamente. Mi vida era, cuando llegó la situación, fue un poco más difícil. En ese entonces la comida era muy cara y era muy difícil obtener el dinero y también era muy escaso encontrar el alimento”.
La escasez de alimentos y la dificultad para comprarles motivó a Josué y su familia a migrar a Colombia, donde ya se encontraba su papá quien les ayudaba pero ya no era suficiente para mantener a la familia conformada por cuatro hijos.
“La escuela era algo bastante hermoso, cada vez que llegaba la hora de receso siempre me sentaba y veía las plantas, el aire libre y todo el entorno. Cada vez se estaba poniendo más difícil encontrar los alimentos y como mi papá había venido acá (a Colombia) para poder enviarnos el dinero suficiente, ya no alcanzaba y entonces de mucho dinero que él pasara siempre alcanzaba para poca comida” narra Josué sobre su vida antes de salir de Venezuela.
El viaje hacia Colombia fue por tierra y el trayecto Josué lo recuerda con optimismo y esperanza “En el viaje me sentía feliz, ver todo el paisaje por la ventana era hermoso y cuando llegamos al páramo pan de azúcar a una parada me gustaba ver todas las plantas y el hermoso paisaje”.
Ya en Colombia, Josué presentó algunas dificultades de adaptación en su entorno escolar “Mis amigos allá son diferentes, como llevamos más tiempo con esos amigos, yo siento que me entienden más y de que jugábamos más a menudo. Mis amigos juegan a cosas muy diferentes (en Colombia) por ejemplo la manera cómo juegan fútbol es muy diferente, a veces era el único que no atrapaba la pelota, porque aquí tienen diferentes métodos y también juegan a otras cosas”.
Josué es un niño que siempre se ha destacado en el estudio, tanto en Venezuela como en Colombia, y su dedicación y disciplina le han permitido continuar aprendiendo y conocer nuevos amigos. El reto más reciente lo encontró debido a la pandemia por covid-19 “Antes (de la pandemia) era muy bonito jugar con tus amigos y ver que ellos jugaban contigo. Siempre el profesor que nos daba la materia nos sacaba a jugar en su hora, porque ya éramos muy amigos los profesores y nosotros. En la escuela nos gustaba jugar a la lleva y también a congelados”.
Debido a la cuarentena y al cierre de escuelas, las clases virtuales fueron un desafío para Josué y sus hermanos porque no contaba con el servicio de internet en casa “a mi se me hacía difícil montar las tareas y no las podía descargar. Porque no teníamos internet y la plataforma funcionaba con internet. Gracias a unos vecinos nos dieron la clave de su wifi, pero solamente podíamos ir unos días a agarrar el wifi y descargar las tareas, también teníamos que ver videos y se nos hizo mucho más difícil, el vecino quedaba muy lejos y no podíamos agarra su wifi, tocaba ir a su casa a visitarlos un momento para poder descargar todas las tareas” recuerda Josué acerca de la solidaridad que recibieron por parte de sus vecinos.
“Sí he aprendido muchas cosas en la escuela, por el momento estamos asistiendo a clases virtuales, siento que aprendía más yendo a la escuela porque cada profesor tenía su hora, eran seis horas en total en cambio ahora en la virtualidad o faltan profesores o dan muy pocas horas diarias”, explica Josué con respecto a la virtualidad de sus clases.
Josué y sus hermanos han pasado la cuarentena en familia, compartiendo tiempo juntos, dibujan y hacen las actividades escolares. “El no volver a la escuela se siente como que algo nostálgico, como que triste, porque uno siente de que no va a volver a ver a sus amigos. Cuando saquen algún medicamento que mate el coronavirus o el covid19, yo presiento de que esto va a mejorar”.
Con respecto a un esperado fin de la pandemia, Josué tiene una preocupación más, además de la virtualidad y el regreso a las aulas: “A veces me preocupa que cuando saquen el medicamento tengamos que pagar precios demasiado altos para poder obtenerlo, o si lo sacan de manera gratuita para solucionar todo el problema me sentiría feliz”.
Finalmente, Josué le deja un mensaje a otros niños y niñas que pasan por situaciones difíciles “la gente en este mundo no toda es buena pero siempre hay que sacarle solución a los problemas que tengamos, también apoyar a nuestra mamá y a nuestro papá, si es que no tienen el ánimo de poder conseguir un trabajo, uno tiene que darle ánimo para que lo consigan”.
Contexto e Información del proyecto:
Cali es la capital del departamento del Valle del Cauca y es la tercera ciudad más poblada de Colombia. Se ubica en la región sur del Valle del Cauca, entre las cordilleras occidental y central de la región andina. Por su parte Palmira es un municipio colombiano conocido como “La Villa de las Palmas”. Se encuentra ubicado en la ribera oriental del Río Cauca, hace parte del Área Metropolitana de Cali y además es centro de grandes ingenios azucareros, constituyendo uno de lo más importantes centros comerciales, industriales y agrícolas del Valle del Cauca. La ciudad se encuentra a 26 km de la zona urbana de Cali, la capital.
Cali cerró el 2018 con 1,157 homicidios (la cifra más baja en 25 años) y durante los primeros meses del año se registraron más de 87 muertes violentas; también en febrero con cinco días de diferencia hubo dos ataques de funcionarios públicos, ambos aún en investigación. Cali aparece en el ranking de las ciudades más violentas del mundo en el lugar 31 del estudio realizado por el Consejo de Seguridad y Justicia de México.
Cali es un epicentro del tránsito de drogas por su ubicación, además de ser un centro de negocios ilícitos, hay al menos tres factores que hacen que la capital siga teniendo altos índices de violencia y particularidades que la diferencian de Medellín, otra capital con patrimonio narcotraficante. I) Existe un mercado permanente de asesinos a sueldo II) Las armas llegan por medios legales III) Cali sigue estando solo en la estrategia de seguridad.