En medio de los temores del Covid-19, Save the Children presenta los resultados de su encuesta a 1250 niños y niñas y a sus familias: el conflicto afecta gravemente a la salud mental de la infancia
Estos cinco años de intenso conflicto en Yemen han tenido unas consecuencias devastadoras sobre la salud mental de toda una generación de niños y niñas y han llevado a algunos de ellos al borde de la depresión, según una nueva encuesta de Save the Children. Más de la mitad de los niños y las niñas encuestados dijo sentirse triste y deprimido, y más de uno de cada diez afirmó sentirse así constantemente.
La organización presentó sus conclusiones mientras el país teme un brote de Covid-19, que supondría una presión aún mayor en los ya deficientes servicios de salud y en el difícil trabajo del personal cooperante.
Aproximadamente uno de cada cinco niños y niñas entrevistados refirió que siempre sentía miedo. En general, el 52 % de los niños y las niñas dijo que nunca se sentía seguro cuando no está con sus padres, y el 56 % dijo que no se sentía seguro cuando camina solo.
En la mayor encuesta de este tipo realizada desde la escalada del conflicto en Yemen, del que se cumplen cinco años esta semana, Save the Children ha entrevistado a más de 1250 niños y niñas (de 13 a 17 años), padres y madres, así como a sus cuidadoras y cuidadores sobre su salud mental. La encuesta también muestra lo siguiente:
• El 38 % de las cuidadoras y los cuidadores señaló un aumento de las pesadillas de los niños y las niñas.
• El 18 % de los niños y las niñas informó que siempre se siente triste, y el 51 % se siente así a veces.
• El 8 % de las cuidadoras y los cuidadores indicó un aumento de la enuresis el niño o niña a su cargo.
• El 16 % de los niños y las niñas dice que no puede relajarse nunca o casi nunca.
• El 36 % de los niños y las niñas nunca siente que puede hablar con alguien de su comunidad si está triste o disgustado.
Muchos de los niños y las niñas entrevistados informaron de posibles signos de ansiedad cuando tienen miedo o están asustados, tales como aumento de la frecuencia cardíaca, dolor de estómago, palmas sudorosas y sensación de temblor.
Eyad*, de 14 años, oriundo de Saada, perdió un ojo por un impacto de metralla durante un ataque aéreo. Le gusta jugar al baloncesto con el aro que se hizo con alambre de metal y soga—lo ayuda a sobrellevar la ansiedad—.
«[Cuando ocurrió el ataque aéreo] salimos corriendo toda la familia… Todos corrían para salvar su propia vida ante el bombardeo, tanto es así que, incluso, olvidamos a una de mis sobrinas».
«[Después de eso] me volví vago, no quería estudiar y siempre estaba cansado, me sentía muerto. Se puede decir que perdí la esperanza. Cuando éramos más pequeños, antes de que empezaran los ataques aéreos, cada vez que veíamos un avión, todos los niños y las niñas nos juntábamos y cantábamos “Vuela avión volador”, pero ahora, después de los ataques aéreos, los aviones nos dan mucho miedo».
Los niños y las niñas están pagando un alto precio por el conflicto de Yemen. Desde diciembre de 2017, al menos 2.047 niños y niñas han muerto o han sido heridos.
En todo el país, unos 10,3 millones de niños y niñas están sometidos a inseguridad alimentaria, entre ellos, 2,1 millones que sufren desnutrición aguda y dos millones de niños y niñas desplazados. Según cifras del Grupo de Acción Sanitaria, formado por varias organizaciones internacionales y por organismos de la ONU, casi 1,2 millones de niños y niñas enfermaron de cólera, difteria o dengue en los últimos tres años. El COVID-19, de confirmarse, supondría una carga añadida para el pueblo yemení. Save the Children teme que pueda llevar al límite a muchas personas, debido a que la capacidad de contener el virus es limitada, el sistema de salud ya está sobrecargado y afectaría profundamente la capacidad del personal de ayuda para proporcionar suministros médicos y de otro tipo a los niños y las niñas más vulnerables.
La encuesta de Save the Children indica, además, que los niños, las niñas y los jóvenes de Yemen también se enfrentan a una crisis de salud mental y viven con el temor constante de sufrir un ataque con armas explosivas o de francotiradores.
Abed*, de 10 años, también de Saada, perdió a sus dos hermanos cuando la farmacia en el que su padre trabajaba sufrió un ataque aéreo.
«Mi vida ha cambiado desde que mis hermanos murieron. Cuando los recuerdo, me siento triste. Para distraerme, me pongo a jugar o a hacer cualquier otra cosa. Los niños y las niñas de todo Yemen lloran a los hermanos, padres y madres que han perdido en ataques aéreos».
Si no se aborda esta crisis, toda una generación sufrirá las consecuencias a largo plazo, advierte Save the Children. Los niños y las niñas en situaciones de conflicto necesitan lugares donde se sientan seguros y puedan relajarse, ya que, de lo contrario, sus sistemas de respuesta al estrés permanecerán activados, con grave riesgo de sufrir problemas de salud mental relacionados con el estrés. También repercutirá en su salud a largo plazo, haciendo que sean vulnerables a enfermedades crónicas, como los problemas cardíacos.
Inger Ashing, directora ejecutiva de Save the Children International, instó a todas las partes en conflicto a trabajar en pro de una solución política pacífica.
«Los niños y las niñas con quienes hemos hablado están aterrorizados. Tienen demasiado miedo para jugar afuera. Mojan la cama cuando oyen aviones volando sobre ellos o bombas cayendo. Esto es lo que cinco años de guerra hacen a la salud mental de los niños y las niñas, por lo que no podemos permitir que esta guerra contra ellos continúe».
«Con la actual epidemia mundial de COVID-19, la amenaza potencialmente devastadora de un brote de coronavirus en Yemen hace que la acción urgente para presionar a las partes a poner fin a la guerra sea más importante que nunca».
«La única manera sostenible de terminar esta terrible guerra y detener el sufrimiento de los niños y las niñas es una solución política. Los Gobiernos con influencia sobre las partes en conflicto deben usar su poder para reunirlas a todas en torno a la mesa de negociación. Quienes continúan vendiendo armas a las partes en conflicto deben saber que están alimentando esta guerra y que la historia los juzgará. Nadie puede decir que no lo sabía. El mundo lo sabe y, sin embargo, sigue permitiendo que suceda».
Según los datos más recientes, en todo Yemen solo hay dos psiquiatras infantiles y únicamente hay una enfermera de salud mental por cada 300 000 personas. Los niños y las niñas tienen derecho a sentirse seguros y a disfrutar de un nivel adecuado de bienestar mental; para evitar una inminente crisis de salud mental en Yemen se necesitan más fondos para salud mental y apoyo psicosocial, como el apoyo de especialistas, advirtió Save the Children.